jueves, 2 de octubre de 2014



Leyenda del Maíz Huichol

Los huicholes estaban saturados de comer siempre lo mismo y querían algo que se pudiera tomar cada día pero de muy distintas maneras.
Un muchacho oyó hablar del maíz y de los ricos guisos, de las tortillas y de la sopa que con este cereal se preparaba.Pero el maíz se hallaba muy lejos, al otro lado de la montaña. Eso no lo desanimó y comenzó a andar encontrándose una fila de hormigas. Sabía que eran las guardianas del maíz por lo que las siguió.Después de caminar, el joven se quedó dormido y las hormigas se comieron su taparrabo y su huipil (toda su ropa), dejándole tan sólo con su arco y flechas.Sin ropa y con mucha hambre, el joven se lamentó. Un pájaro se posó en un árbol cercano y el joven le apuntó con su arco pero éste le increpó diciéndole que él era el padre del maíz.Lo invitó a su casa donde recibiría todo lo que andaba buscando. Cuando llegó se encontró con sus hijas, cinco doncellas muy bellas, llamadas Mazorca Blanca, Mazorca Azul, Mazorca Amarilla, Mazorca Roja y Mazorca Negra.Mazorca Azul lo cautivó con su belleza y dulzura, pronto se casaron y regresaron al pueblo. Como no tenían casa, durmieron un tiempo en el Templo dedicado a los dioses.Como cosa de encantamiento, la casa de los recién casados se llenaba todos los días con mazorcas que la adornaban como flores.La gente venía de todas partes pues Mazorca Azul les regalaba mazorcas a manos llenas. La esposa enseñaba a su marido cómo sembrar el maíz y cómo cuidarlo.Al enterarse de las delicias de la comida nueva muchos animales intentaron robarla. Mazorca Azul enseñó a la gente que debía prender fogatas cerca de las milpas para asustar a las criaturas que andaban en busca de los elotes tiernos.Los ancianos cuentan que Mazorca Azul, una vez que enseñó a las personas todo cuanto sabía sobre el maíz, se molió a sí misma y de esta manera entregó a la humanidad el riquísimo atole (bebida caliente de harina de maíz).

Leyenda Azteca del Sol y la Luna
 Antes de que hubiese día, se reunieron los dioses en Teotihuacan y dijeron: ¿Quién alumbrará el mundo?.
Un dios rico (Tecuzitecatl), dijo:  yo tomo el cargo de alumbrar el mundo.
¿Quién será el otro?, y como nadie respondía, se lo ordenaron a otro dios que era pobre y buboso (Nanahuatzin). 
Después del nombramiento, los dos comenzaron a hacer penitencia y a elevar oraciones.
El dios rico ofreció plumas valiosas de un ave que llamaban quetzal, pelotas de oro, piedras preciosas, coral e incienso de copal.
El buboso (que se llamaba Nanauatzin),ofrecía cañas verdes, bolas de heno, espinas de maguey cubiertas con su sangre, y en lugar de copal, ofrecía las postillas de sus bubas.
A la media noche se terminó la penitencia y comenzaron los oficios. Los dioses regalaron al dios rico un hermoso plumaje y una chaqueta de lienzo y al dios pobre, una estola de papel.
Después encendieron fuego y ordenaron al dios rico que se metiera dentro.
Pero tuvo miedo y se echó para atrás.
Lo intentó de nuevo y volvió para atrás, así hasta cuatro veces.
Entonces le tocó el turno a Nanauatzin que cerró los ojos y se metió en el fuego y ardió.
Cuando el rico lo vio, le imitó.
A continuación entró un águila, que también se quemó (por eso el águila tiene las plumas hoscas, color moreno muy oscuro o negrestinas, color negruzco); después entró un tigre que se chamuscó y quedó manchado de blanco y negro.
Los dioses se sentaron entonces a esperar de qué parte saldría Nanauatzin; miraron hacia Oriente y vieron salir el Sol muy colorado; no le podían mirar y echaba rayos por todas partes.
Volvieron a mirar hacia Oriente y vieron salir la Luna.
Al principio los dos dioses resplandecían por igual, pero uno de los presentes arrojó un conejo a la cara del dios rico y de esa manera le disminuyó el resplandor.
Todos se quedaron quietos sobre la tierra; después decidieron morir para dar de esa manera la vida al Sol y la Luna.
Fue el Aire quien se encargó de matarlos y a continuación el Viento empezó a soplar y amover, primero al Sol y más tarde a la Luna.
Por eso sale el Sol durante el día y la Luna más tarde, por la noche.
Esta leyenda fue documentada por el padre Sahagún, de los propios aztecas.

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